jueves, 6 de enero de 2011

Real sublimado en la fotografia de Alvaro Salamanca

El motivo del retrato viene de la mano de la civilización. De hecho el retrato se considera la trasmisión pura de una majestad donde cada uno de nosotros nos enfrentamos directamente. El rostro enfrenta la real en el rostro de otro y con esta dinámica nos inscribimos en el significado del mundo. El rostro también anexiona humanidad cuando se acompaña de la alegoría por el ser o dentro de la cavidad del ser, en particular cuando el ser acusa momentos de tragedia o placer absoluto. En la obra fotográfica de Salamanca practicada desde el inicio de su carrera se observa la recurrencia hacia el cuerpo en situación. El cuerpo cobra importancia en la medida que transmite una esencia y se pone en evidencia, bien sea colocándose en tención delante de un reflejo o bien como sustituto de la narratividad del discurso en clave poética. La fotografía sirve, entonces, como materia orgánica de captación de lo que percibe hasta su propio límite físico, pero también motivación experimental abstracta química dependiente del laboratorio. El culto a la fotografía deviene pasión por el manejo y conocimiento abstracto de la imagen y el reconocimiento de valores tonales visiblemente relacionados con la sensibilidad pictórica y el conocimiento de las estructuras más elementales que traducen el aspecto epidérmico de la imagen. Salamanca no es un fotógrafo como no es un video artista, como no es un artista del performance, ni de la fotografía performance. No, salamanca es un pintor que intenta conocer de lo que se compone el mundo por efecto de su mirada-visión "objeto encontrado" donde el ojo es quien obtura para el pensamiento. Sin la fotografía toda su obra se perdería irremediablemente pues dentro de su proceso y laboratorio de creación se convierte este medio es su soporte definitivo. Cada una de las imágenes a continuación fueron captadas por su cámara réflex Canon AE1 program, carrete Ilford ocupándose del revelado y ampliación. El manejo de la luz hace referencia a la atmósfera barroca tenebrista que recuerda las obras de Caravagio, Rembrant y Zurbarán.
De igual manera Salamanca utilizó algunos modelos masculinos y femeninos, así como cánidos de la familia, pero sin duda alguna su gran modelo fue él mismo ya que dependía en exclusiva de la fotografía también como un testimonio de su particular situación de preferencia sexual y enfermedad terminal.
A continuación observamos fotografías correspondientes a las de los años anteriores a su autoexilio en Nueva York cuando vivía en la ciudad de Bucaramanga y disponía de una casa taller arrendada a uno de los coleccionistas de su obra el señor Helio Elí Rueda. Estas fotografías, podemos interpretar, abordan uno de los temas preferidos por el maestro: la pasión de San Sebastián, un santo con gran significado por el martirio sufrido donde se yuxtaponen belleza sensual y tragedia. De igual manera se pueden apreciar imágenes ancladas en composiciones herederas de las obras de Ingres y Monet, así como espirales de escaleras próximas a la obra de Duchamp y Marinetti. El segundo cuerpo de fotografías fueron realizadas un año antes de su muerte en el taller de la casa materna en Bucaramanga en las cuales apreciamos la relación con el mito de Narciso y referencia a obras de los simbolistas y románticos. Lo curioso consiste en la fotografía donde aparece el artista acompañado por los muñecos de Bud Lightyear y Budy, una vez más el uso de la imagen infantil, o mejor, la utilización del muñeco como lugar de refugio infantil seguro ante la evidente crueldad de la vida adulta.













Las siguientes fotografias fueron realizadas en 1995









fotografias de modelo


"Isis", perra boxer adoptada por la familia, la cual aparece en varias de sus obras pictóricas

Silvia Natalia Gómez Salamanca, sobrina a los 5 años de edad

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